Subida al Mont Mort 05 - 09 - 2014
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Mont Mort entre nubes. 2.867 m. |
Ruta: Les Tronchets, Combe de Barasson, Col Ouest de Barasson, Cresta este del Mont Mort, Mont Mort
Altitud max. 2.867 m
Altitud min. 2.270 m
Desnivel 607 m
Distancia 8,5 Km
El Mont Mort es una de esas montañas en Los Alpes que pasa desapercibida para la mayoría de los montañeros ya que está lejos de alcanzar los 4.000 m de altitud, y la mayor parte de los que van hasta aquellas montañas sólo se fijan en los colosos cuatromiles y sus glaciares.
Sin embargo, tanto moteros como turistas de la zona conocen su silueta aunque desconozcan su nombre, ya que es la cima que corona el Col du Grand St - Bernard de 2.444 m, grandioso paso fronterizo de alta montaña entre Italia y Suiza. Los moteros porque van a disfrutar de las trazadas de las curvas que tienen ambas vertientes y los turistas porque al pie de la montaña hay un lago que es objeto de miles de fotos en las que sale este monte.
El Grand St - Bernard es conocido por el hospicio que hay en su cima en el lado suizo y por el mundialmente famoso criadero de perros de la raza San Bernardo que hay junto a él, raza conocida por ser los perros de rescate criados en los Alpes y cuya imagen con un barril colgando de su cuello todos hemos visto alguna vez. Aparte, los amantes del ciclismo recordarán míticas ascensiones por sus duras rampas en carreras como el Giro de Italia o el Tour de Francia en tiempos de Anquetil, Poulidor o en 2009 con la victoria de Astarloza en una etapa que cruzó este puerto y su hermano pequeño, el Petit St - Bernard.
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El Mont Mort entre las nubes frente a Antonio el día del intento fallido (Foto: Power) |
Aunque la idea inicial era ascender desde el puerto directamente por la cara italiana sin camino ninguno trazado, un primer intento nos tiró para atrás debido a la nevada caída la noche anterior que hacía muy peligrosa la roca. De modo que unos días después y tras estudiar opciones, decidimos atacarlo por el lado suizo y hacerlo por su cresta este, lo que nos llevó a una serie de trepadas por la larga cresta que hicieron de esta corta ascensión una subida emocionante y mucho más satisfactoria de lo que parecía desde el otro lado.
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Mapa de Ruta (Swiss Topo 1:25.000) |
Punto de partida: LE TRONCHET.
Para llegar al inicio de la ruta nos desplazamos desde Aosta, por la SS-27, hasta lo alto del Col du Grand St - Bernard y cruzar la frontera hasta Suiza, pasando bajo el Mont Mort y bordeando el lago de la cima del puerto. Comenzaremos la bajada por la cara suiza hasta llegar a un respiradero del túnel que atraviesa el puerto por debajo, perfectamente reconocible tras unas curvas en U a dos Km desde la cima del puerto. VER EN GOOGLE MAPS
Este lugar es conocido como "Le Tronchet" y tiene un cartel que lo indica junto con su altitud y un pequeño parking para 4 ó 5 coches a lo sumo. También podemos encontrar una señal de que nos encontramos en la llamada Ruta de Napoleón, camino que Napoleón Bonaparte siguió en el año 1.800 para cruzar los Alpes en su camino hacia Italia para tomar Génova, entonces sitiada por los austriacos.
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Punto de inicio de la ruta |
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Ruta de Napoleón |
Dejamos la furgoneta aquí y cruzamos una cinta que nos separa del camino que hay marcado unos metros más adelante por un cartel de los que señalizan las rutas en Suiza, el cual nos indica la dirección a seguir hacia el Col Ouest du Barasson, en dirección a St - Rhémy.
En Suiza los caminos están marcados con señales pintadas, parecidas a las de los GR, sólo que son dos lineas horizontales blancas con una linea roja en medio. Estas marcas son fáciles de encontrar, pintadas habitualmente sobre piedras y destacan mucho en los colores del camino.
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Nosotros hacia el Col Ouest de Barasson |
Comenzaremos la subida haciendo un par de curvas, dejando a la derecha la Combe des Morts, viendo de frente la Tête Rouge y llegaremos a un pequeño ibon que aunque figura en los mapas no sabemos si será perpetuo o permanece por las lluvias y nieve de las últimas noches. A partir de él seguiremos por el sendero que recorre la Combe de Barasson.
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Tête Rouge frente a nosotros |
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El pequeño ibon que encontramos |
A partir de aquí comenzaremos una subida por un camino lleno de piedras pequeñas que va en paralelo a una fea linea de torres de alta tensión que nos van a acompañar hasta la llegada al Col. Aunque las marcas en las piedras son continuas y es imposible perder el camino, en época de nieves dichas torres son una referencia segura para no perdernos, aunque no mejoran el paisaje que se diga.
En este tramo de subida al llegar a las primeras torres nos encontramos un clásico de la fauna local. Las famosas vacas suizas. Aunque en esta ocasión las que vemos son pequeñas y mas bien delgaditas, nada que ver con la famosa vaca morada de los anuncios de chocolate.
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Las marcas del camino |
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Las torres de alta tensión |
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Vacas suizas |
Continuaremos el camino siempre en dirección sur, en paralelo a las torres y en continua subida por el empedrado. Parece por algún pequeño sendero con rodadas que vemos, que este mismo camino se usa para hacer el mantenimiento de las torres, aunque hará falta un buen 4x4 para transitar por aquí.
Las nubes están bajas y por los picos que nos rodean se ven grupos que no deben estar a más de 2.800 m, de modo que pensamos que en algún momento de la ruta es posible que la niebla nos alcance, aunque a pesar de ellas esperamos poder hacerla sin problemas y que además no descarguen agua, ya que la previsión tenía un pequeño porcentaje de probabilidad de lluvia fina.
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Algunas nubes se acercan |
Más adelante el camino describe una gran curva a la derecha hacia una de las torres y encontramos un nuevo cartel señalizador. Aunque el que indica nuestra ruta se encuentra descolgado, es evidente por las marcas pintadas en las piedras que es hora de dejar el camino y continuar en dirección suroeste camino al col, que se intuye aún a lo lejos.
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Llegando a la curva a la derecha |
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El cartel descolgado |
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Seguimos las marcas en las piedras |
El camino ya no es tal. Ahora es cuestión de marca tras marca ir ascendiendo por zonas rocosas con acusada pendiente en ocasiones, hasta que llegamos a un último repecho más acusado que el resto, ya por piedras más sueltas que nos llevan hasta un collado.
A medida que nos acercamos a la parte más alta, comenzamos a ver poco a poco la vertiente italiana de los Alpes, o lo que las nubes nos dejan ver, hasta que llegamos a una zona más plana, a modo de balcón, donde encontraremos un mojón con una S por el lado que llegamos y una I por el otro. Éste nos indica la linea fronteriza entre Suiza e Italia y que hemos llegado al Col Ouest de Barasson (2.635 m).
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Entrando en la zona más rocosa |
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El camino muy bien señalizado |
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Últimos repechos antes del col |
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Empezamos a ver Italia |
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El Col Ouest de Barasson |
El col es un fantástico mirador hacia ambas caras de la frontera, a pesar de que la altura de las nubes no nos dejan ver demasiado hoy. Aún así es un buen sitio para hacer una parada y al abrigo de una muralla de piedra levantada en este punto a modo de vivac, paramos a hacer un descanso y comer algo antes de comenzar la parte más dura, la trepada a lo largo de la cresta este del Mont Mort, que empieza en este punto y culmina en la cima.
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En el Col Ouest de Barasson. 2.635 m |
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La cresta y la cima entre nubes |
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Un buen sitio para una parada |
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El mojón fronterizo |
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Italia desde el col |
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Antonio en el col y el inicio de la cresta este a su derecha |
A partir de este punto se terminó el andar y comienza la trepada. Toda la cresta es una enorme pedrera compuesta de bloques de piedras de gran tamaño por la que a pesar de llevar un track para el GPS hay que buscar la mejor manera de progresar.
Aunque en algún punto hay que pararse a pensar por donde se puede seguir mejor, la roca presenta muy buenos agarres y con un poco de experiencia en escalada se progresa sin problemas, haciendo la trepada por la cresta una ruta muy divertida. Por lo menos nosotros lo pasamos muy bien.
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El inicio de la cresta |
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Ana saliendo del col hacia la cresta |
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Ana en un paso de la trepada |
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Pointe de Barasson. 2.963 m |
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Las nubes nos alcanzan desde el col |
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Buscando buenos agarres |
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Alpes suizos a nuestra espalda |
En mitad de la cresta hay un momento de descanso en la trepada en el que podemos avanzar andando por el lado suizo antes de volver a trepar por las piedras cambiando de vertiente.
A medida que ganamos altura nos alcanzan las nubes o nosotros a ellas. Debemos andar ya por los 2.700 m, de modo que nos queda muy poco para alcanzar la cima y el último tramo de rocas que nos falta antes de alcanzar la cruz de la cima es el menos complicado, así que a pesar de la niebla y con suficiente visibilidad decidimos continuar sin peligro.
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Descanso de la trepada |
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Aquí se pasa a la otra vertiente |
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La niebla nos alcanza |
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Detalle de la pedrera |
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Los últimos tramos, menos trepada y más buscar donde pisar |
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La cima ya a la vista |
Una vez vista la cruz cimera entre la niebla, apenas nos quedan unos pasos entre piedras más planas por las que se progresa muy rápido y en ligero ascenso, por los que no hace falta ni usar las manos, y en menos de lo que creíamos llegamos a una rudimentaria cruz de madera junto a un hito de grandes dimensiones.
Después de recorrer la cresta este por la entretenida trepada por fin hemos llegado a la cima. Estamos en el Mont Mort (2.867 m) y aunque la niebla es intensa y hace un frío considerable con el viento y la humedad, podemos disfrutar de una cima de las más divertidas a las que hemos llegado. Aunque a lo largo de la cresta hay que estar con los cinco sentidos a donde se agarra uno o pone los pies, más aún de lo habitual en la alta montaña, cualquiera con experiencia en montaña y algo en escalada puede llegar a esta cima sin mayores problemas, pues no hay pasos superiores al II+.
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A unos metros nada más de la cima |
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Cima del Mont Mort. 2.867 m |
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Antonio |
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Ana |
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La sensación térmica era peor de lo que marca el termómetro |
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Un cafe en la cima para entrar en calor |
En un día despejado hubiéramos podido admirar unas vistas impresionantes de los Alpes italianos y suizos además de una panorámica sobre el Grand St - Bernard y su lago, pero a pesar de que sólo pudimos ver las nubes que nos rodeaban, la cima mereció la pena más que de sobra.
Después de comer algo y tomar un café autocalentable de los que nos suelen acompañar a la montaña los días de frío, decidimos bajar para intentar deshacernos de las nubes lo antes posible y si nos diera tiempo, llegar de nuevo a la furgo antes de que nos pillara la lluvia, ya que llegaríamos más o menos para la hora que podía llover algo.
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Una última mirada a la cima antes de comenzar el descenso |
Sabíamos que la niebla nos podía desorientar en la bajada, ya que los bloques de piedra parecen todos iguales y más cuando no tienes vistas para orientarte, pero por lo que habíamos podido ver en la subida también sabíamos que en caso de desviarnos sería mejor hacerlo un poco hacia el norte, pues de esa manera terminaríamos bajando por otro lado pero sin peligro de encontrarnos el vacío ante nosotros.
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Comenzamos la bajada |
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Aún entre la niebla |
Al llegar al punto en que las nubes nos permitieron ver lo que teníamos debajo, descubrimos que nos habíamos desviado tal y como pensamos que podía pasar cuando comenzamos la bajada. En vez de la cresta este, en algún momento de la bajada nos hemos desviado hacia la noreste, siendo el menor de los errores que podíamos cometer ya que esta cresta nos conducía al inicio de una pedrera que cada vez se haría más fina y bajando con cuidado de no resbalar por las rocas húmedas ni por la zona de rocas finas, nos llevaría hasta el pie de la torre de alta tensión donde termina el camino que dejamos cuando una gran curva llevaba hasta ella.
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Empezamos a ver más allá de las nubes |
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Saliendo de la niebla |
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Bajando la pedrera |
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El Col Ouest de Barasson quedó a nuestra derecha |
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Terminada la bajada |
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Llegando a las torres de alta tensión |
Pasada la torre retomamos el camino por el que vinimos, marcado con las pintadas en las rocas que nos lleva a atravesar de nuevo la Combe de Barasson. Después de tanta trepada, el destrepe y la bajada por la pedrera volver a andar por el camino empedrado de bajada se hace muy cómodo y rápidamente vamos dejando atrás las torres una tras otra.
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De vuelta al camino marcado |
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De nuevo en la Combe de Barasson |
Finalmente la lluvia no faltó a la cita y más o menos a la hora que se había anunciado comenzó a caer agua. Por suerte no fue un aguacero sino lluvia fina que a medida que nos acercábamos al parking fue siendo cada vez más fuerte, pero no llegó a ser como para calarnos.
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Empieza la lluvia |
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Volvemos a la zona de las vacas |
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Nos despedimos de las vacas suizas |
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Las gotas cayendo sobre el ibón |
En pocos minutos más ya veíamos el pequeño parking donde nos espera nuestra furgo y con la lluvia empezando a apretar llegamos hasta ella a tiempo de librarnos del peor momento de agua. La ruta ha terminado y podemos soltar los macutos y cambiarnos el calzado y la ropa de agua.
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La vuelta al punto de partida |
Con esto terminamos nuestra ascensión al Mont Mort, una montaña que nos costó dos intentos subir y que mereció la pena esperar para hacerlo. Disfrutamos mucho en ella y a pesar de ser una cima modesta en altura para estar en los Alpes, por ni siquiera llegar a los 3.000 m, es una de las montañas en las que mejor lo hemos pasado recorriendo el cresteo y trepando por sus paredes, aparte de ser nuestra primera cima en Suiza.
Yo, (Antonio) disfruto mucho buscando montañas poco conocidas para ascender y desde el momento en que supimos la ruta que íbamos a seguir por los Alpes y leí el nombre de esta montaña junto al puerto del Gran San Bernardo, me llamó mucho la atención y busqué incesantemente información de cómo llegar a su cima. A pesar de la escasa información que pude encontrar en internet y casi toda en inglés, no fue hasta después del primer intento fallido y ya una vez en Italia, cuando decidí que siguiéramos esta ruta tras ver la opción en un mapa en Aosta.
Después de esto volvimos al puerto para regresar a Italia y celebrar la cima con las cervezas de rigor, una buena comida y el calor del que pudimos disfrutar en nuestro campo base de Aosta, donde nos esperaban 25 grados más de los que tuvimos en la cima así como un merecido descanso.
Esta es de esas cimas de las que cada vez que vemos fotos o la recordamos se nos pone una sonrisa en la cara. Es un lujo poder disfrutar de montañas como esta en compañía de una compañera de cordada como Ana y haber podido llegar junto a ella hasta su cima.
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