Anayet, Vértice del Anayet e Ibones 03 - 07 - 2012
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Anayet 2.574 m y Vértice del Anayet. 2.555 m |
Ruta: Corral de las Mulas, Estación de Anayet, Barranco de Culivillas, Ibones del Anayet, Collado Rojo, Pico Anayet, Collado Rojo, Vértice del Anayet.
Altitud max. 2.574 m
Altitud min. 1.625 m
Desnivel 1.090 m
Distancia 16 Km
El Pico Anayet es lo que queda de un antiguo volcán que se derrumbó y del que sólo queda la chimenea. Frente a él, en el lado francés se encuentra otro ejemplo parecido de volcán, a mayor escala, como es el Midi d'Ossau.
Al pie del Anayet se encuentran los Ibones del Anayet, desde donde hay magníficas vistas de ambos picos y del llamado Vértice del Anayet o Punta del Garmo, pico más bajo que se encuentra al sur del anterior y en el cual se sitúa un vértice geodésico.
Ambos picos se encuentran separados por el Collado Rojo o Collado de Anayet y desde él se ganan ambas cimas, siendo accesible desde la zona de los ibones.
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Mapa de Ruta (IGN 1:25.000) |
Punto de partida: CORRAL DE LAS MULAS.
Desde Biescas subiremos por la A-136, carretera que recorre el Valle de Tena. Iremos pasando todos los pueblos del Valle y llegaremos a la estación de esquí de Formigal. Seguimos en dirección hacia la frontera con Francia del Portalet hasta que unos 3 Km antes encontramos el desvío hacia el remonte del Anayet de la estación. Un pequeño parking junto a la carretera nos permite dejar el coche. VER EN GOOGLE MAPS
Nuestra ruta comienza en el Corral de las Mulas, unos 3 Km antes de llegar al Portalet por la A-136, donde en verano una puerta metálica nos impide el paso a la carretera que lleva al Parking de Sarrios, donde están los remontes del Anayet de la estación de esquí de Formigal.
La carretera serpentea en bajadas y subidas y se hace rápida a la ida, a la vuelta se hará eterna por el calor y los Km acumulados ya en las piernas.
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Desde el Corral de las Mulas |
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El Midi d'Ossau asoma |
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El sol aprieta desde primera hora |
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Llegamos a la estación |
Al llegar al parking cogemos el camino que por la derecha bordea los remontes que tanto afean muchas montañas. El camino no tiene pérdida pues está marcado como GR 11 con sus marcas rojas y blancas y se encuentra algún cartel que te indica que vas hacia los Ibones del Anayet. Va junto al cauce del Culivillas e iremos siguiendo el río durante todo el camino remontando el Barranco de Culivillas, cruzando el cauce en algunas ocasiones.
Según se avanza nos vamos adentrando en La Garganta, dejando atrás las vistas de los remontes, abriéndose ante nosotros terreno herboso cortado por el agua y viendo como poco a poco el camino va comenzando a empinarse.
La ascensión hacia los ibones al principio es muy cómoda pero sabemos por las curvas de desnivel del mapa que en algún momento la cosa se pondrá mas pina.
Las vistas hacia atrás confirman que vamos ganando altura, pudiendo ver los picos que dejamos atrás en el Corral de las Mulas cada vez más lejos y desde más arriba.
A medida que nos acercamos a la cota de 2000 metros se puede escuchar cómo el fluir del agua cambia al sonido de alguna pequeña cascada que más adelante descubrimos. Es el desagüe de los ibones hacia el Barranco de Culivillas y al verlas sabemos que los Llanos del Anayet, donde se sitúan los ibones está mas cerca, aunque aún no podamos verlos, ni siquiera los picos a los que vamos.
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Vista atrás |
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Estas rampas empiezan a cansar |
Subiendo una rampa, cuyo final no se termina de ver, parece que el camino llega a una zona mas plana. Un paso más y vemos algo que sobresale de la hierba, otro y parece que sobresale más, parece un montaña... y lo es. Es la cima del Anayet que según seguimos subiendo se va elevando ante nosotros hasta que coronamos el collado abriéndose ante nosotros el macizo entero en lo que es una vista espectacular.
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Por fin asoma el Anayet |
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El Vértice, el Collado Rojo y el Anayet llegando a los Llanos |
Enseguida entendemos porqué lo llaman el Collado Rojo, pues el color rojizo del mismo y del Vértice es sorprendente, sobre todo si lo comparas con el color del propio Anayet que, siendo parte de la misma cadena montañosa, es más del color habitual de la roca.
Apenas unos pasos más por una zona que parece llanear y se abre ante nuestros ojos otra vista impresionante, nuestro primer objetivo de hoy. Al pie del Anayet y a su derecha aparecen los Ibones del Anayet (2.232 m) con la figura del famoso y aislado pico francés del Midi d'Ossau, uno de los mas bonitos en cuanto a forma de los Pirineos.
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Bonito pico el Anayet |
Aunque el Midi d'Ossau es perfectamente visible desde El Portalet y alguno de nosotros ya lo hemos visto desde el Refugio de Pombie (2.032 m), situado a su mismo pie, es una pasada verlo desde aquí.
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Ana llegando a los Ibones contemplando el Midi |
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Midi d'Ossau |
No nos extraña que éste sea uno de esos parajes tan visitados del Pirineo pues entre la variedad de colores, la belleza de las montañas y el agua se suma la paz que se respira en este lugar.
Decidimos hacer una parada para relajar las piernas de las últimas rampas, beber un poco y disfrutar del espectáculo que nos ofrece la naturaleza. Hay que ocupar unos cuantos megas en la memoria de las tarjetas de nuestras cámaras además de grabar en nuestras retinas semejante postal.
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Panorámica desde los Ibones del Anayet |
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Sorprende el color rojizo del fondo del ibón cuando te acercas |
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Ese puntito en medio del llano es Antonio |
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Panorámica desde la orilla del Ibón Grande |
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Midi d'Ossau sobre el ibón |
Aunque nos hubiéramos quedado aquí eternamente, un giro de cabeza a la izquierda nos recuerda que tenemos que seguir nuestra ruta al Anayet. Ya volveremos a la bajada y comeremos aquí, que nos queda mucho camino y mucha subida aún como para embobarnos más tiempo con estas vistas.
De modo que cargamos macutos y comenzamos la aproximación al Collado Rojo, observando una subida que apetece muy poco pero que nos dejará justo entre los dos picos.
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Siguiendo la marcha hacia el collado |
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El rojizo Vértice sobre Ana |
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Llegando al Collado Rojo |
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Últimos pasos hacia el Collado, con los Ibones al fondo |
Tras una subida algo suelta por el terreno rojizo y algún nevero cerca, llegamos al Collado Rojo o de Anayet (2.414 m) desde el cual podemos ir hacia los dos picos que queremos subir hoy.
Debido a la mayor altura del Anayet y sabiendo del paso de la cadena y la chimenea final decidimos subir antes a él, ya que la subida al Vértice se antoja mas cómoda y mejor hacerla al bajar del otro.
De modo que según se sube giramos a la derecha, al Noreste, por una senda que nos lleva hacia el otro lado del Anayet que es el camino normal para subirlo, sabiendo que luego el camino nos devolverá a este lado de la montaña, hacia la cadena.
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En el Collado Rojo |
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Por el otro lado de la montaña. El Vértice al fondo |
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Volviendo a cambiar de ladera, sobre terreno rojizo |
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Volviendo a la zona herbosa de camino a la cadena |
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Panorámica desde la subida al Anayet |
Al volver a pisar roca estamos ya ante el paso de la cadena. Se trata de unas placas de piedra pulida y un paso de grado I que hay que subir y que sin cadena se podrían pasar con precaución, pero que con cadena se supera fácilmente, aunque algún anclaje está suelto y ofrece dudas. También en alguna chapa la cadena está unida con cordino a la roca.
Con roca mojada o helada la cadena será más necesaria. Hoy con todo seco te agarras mas por sensación de seguridad que por necesidad, aunque facilita mucho este tramo y el tortazo en caso de resbalar es de no contarlo.
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En la cadena |
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Vértice desde la cadena |
Dejada la cadena atrás ya solo queda seguir un poco hacia arriba y llegamos a una chimenea con hierba, no equipada, con pasos fáciles de grado I y con ligera ayuda de las manos en algún paso se asciende sin problema. Un último escalón que le da más belleza aún a la subida a este pico.
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Llegando a la chimenea |
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Desde la chimenea |
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Los últimos pasos a la cima |
Y nada más pasar la chimenea se llega a un enorme hito que te da la bienvenida a la cima. Estamos en el Anayet (2.574 m) y enseguida el Midi d'Ossau te saluda desde el lado francés de la frontera. Los Ibones del Anayet son charcos allí abajo y el Vértice se ve como una pirámide rojiza a nuestra espalda.
Preciosas vistas que van desde el Pirineo Navarro al francés y parte del aragonés. Ha merecido mucho la pena la subida. Divertida, bonita y con vistas espectaculares.
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Hito de Cima |
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Vértice desde la cima del Anayet |
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En la cima |
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Ibones desde la cima |
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Ibones del Anayet |
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Panorámica desde la cima del Anayet |
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Panorámica hacia el Vértice del Anayet |
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Los Picos del Infierno |
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Midi d'Ossau |
Nos costó despegar el culo de esta cima pero había que bajar para seguir la ruta. Desde la cima estudiamos la senda que conduce al Vértice y comenzamos el descenso de la chimenea, pasamos la cadena de nuevo y volvimos al Collado Rojo.
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Volviendo al Collado Rojo |
Desde el collado seguimos la senda, que a medida que asciendes se va perdiendo, aunque desde lejos se veía perfectamente, pero como sabes que es hacia arriba, vas subiendo por donde más o menos te parece hasta que divisas el vértice geodésico que da nombre al pico y ya sólo es ir hacia él.
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Subiendo al Vértice |
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Ana en la subida vigilada por Anayet y Midi d'Ossau |
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El vértice ya a la vista |
Y llegamos al Vértice del Anayet (2.555 m), la segunda cima del día que queríamos hacer. A pesar de que algunos mapas le dan una altitud superior al Anayet, lo mires por donde lo mires es más bajo. La cartografía del IGN lo confirma, así como la medición del GPS.
Aquí nos encontramos con un montañero aragonés, de Torla, con el cual compartimos un rato en la cima y al saber de dónde veníamos nos preguntó por la Pedriza y nos habló de sus ganas de conocerla. Le hablamos de ella y su belleza y lo laberíntica que resulta.
Él nos marcó alguno de los picos que podíamos ver y que desde aquí no reconocíamos.
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Cima del Vértice del Anayet |
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Midi d'Ossau, Anayet, Ibones y sector del Picos del Infierno desde el Vértice |
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Panorámica desde el Vértice |
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Ibones del Anayet desde el Vértice |
Otro buen rato disfrutando esta cima y nos ponemos de nuevo en marcha. Si las vistas desde el Anayet son impresionantes, desde el Vértice no tienen nada que envidiar.
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De Vuelta al collado |
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Ibones desde el collado |
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Panorámica desde el Collado Rojo |
Bajamos despacio a los ibones, cuidando las rodillas, con piedra suelta en el principio de la bajada.
A estas alturas estamos ya cansados y se nota la paliza de kilómetros que acumulamos del viaje del día anterior, viniendo desde Madrid.
Estamos deseando llegar al llano para tirarnos en la hierba a comer y descansar un buen rato, mientras disfrutamos de las vistas.
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Bajando del collado |
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Un buen sitio para parar a comer |
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Disfrutando de las cimas del día |
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Descansando antes de la vuelta |
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Un vistazo antes de ponerse en marcha |
Comemos, descansamos y hablamos de la pereza que da tener que volver a bajar hasta la estación de esquí y lo larga que se hará la carretera hasta el Corral de las Mulas. El calor aprieta y a medida que perdamos altura será aún peor. Por lo menos sabemos que hay agua por el camino que baja fresca con la que poder mojarnos un poco para combatir el calor.
Mientras vegetamos en la pradera, observamos como una señora había subido hasta allí únicamente para sentarse sobre una piedra a leer un libro, y es que sólo ese "paseo" ya merece la pena.
Y sin ninguna gana nos despedimos de las bonitas montañas que hemos ascendido hoy y de los ibones y comenzamos lo que nos hará un largo camino hasta el inicio de la ruta.
Lo malo de subir montañas es que hay que volver a bajarlas y volver es el objetivo de modo que no nos lamentamos más y nos ponemos en marcha.
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Vista atrás antes de que desaparezca el Anayet de nuevo |
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Y de vuelta al Barranco de Culivillas |
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En el parking de la estación de nuevo |
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Llegando al Corral de las Mulas |
Y cansados y deshidratados llegamos al Corral de las Mulas de nuevo, donde la furgo nos espera con bebidas frías con las que recuperamos un montón de líquido perdido en la bajada, donde el calor pegó fuerte y nos hizo un poco más largo el camino.
Una vez saciada nuestra sed pusimos rumbo a Escarrilla donde nos pegamos una buena ducha y celebramos las cimas con unas cervezas y una buena cena.
El día fue perfecto, la ruta preciosa, las vistas increíbles, poca gente, buen tiempo... Lo que es un gran día de montaña.
Teníamos muchas ganas de hacer esta ruta y desde luego no nos defraudó para nada. Recomendable a todo el mundo, aunque sólo sea llegar hasta los ibones. Un paraíso en la montaña.
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